DestacadosPolítica

Mempo Giardinelli: «lo que estamos experimentando cada vez empeora más, nos llevará a quedarnos sin patria»

El periodista y escritor chaqueño señala que nunca habría pensado en la disolución de la patria y sostiene que hoy el amor por la patria juega un papel fundamental para enfrentar al gobierno nacional

Entrevistas: En la mañana de Entre Mate y Mate, programa emitido por Una Radio Muchas Voces, Federico Fuimiato dialogó con el escritor y periodista Argentino Mempo Giardinelli sobre la situación política de nuestro país

FF- Yo comentaba que la idea era conversar contigo a partir de esta noticia que recibimos estos días, y que suele pasar desapercibida en el vendaval de las noticias: el recuerdo de la Administración de Puerto con el Ejército de Estados Unidos en la Hidrovía Paraná. También queremos incluir tu último artículo en esta conversación. Pero primero, bueno, en crudo, surge una pregunta: ¿Cómo podemos salir de esto?

MG- Si me preguntaras, me encantaría saberlo. En realidad, creo que estamos en un atolladero muy complejo, muy difícil. No voy a decir nada que la gente no sepa, creo que el pueblo argentino se da cuenta de cómo está. Parece ser que a buena parte, casi la mitad, no le importa o están contentos como están. De hecho, me parece lamentable pero contundente observar los informes sobre la popularidad del presidente que tenemos. Parece que hay casi un 50% de la sociedad que está contenta con él. ¿Será que lo han votado y no quieren reconocer que ahora están en problemas?
Pero esta respuesta es contundente para mí, lamentable pero contundente. Creo que me dirijo en mis artículos y mi trabajo, me dirijo a ellos y también, pero fundamentalmente, a los argentinos. Hay argentinos conscientes que se dan cuenta del disparate, de que Argentina se está disolviendo, de que es casi como un puñado de arena que se cae al abrirlo.
Realmente, la situación del país es dramática. El que dice que no entiende es porque no quiere entenderla, que se pregunte a sí mismo a quién votó. Si votó a este tipo y bueno, ahora debe afrontar el problema que tenemos, que es levantar al país junto con la mayoría de la población.
Es una situación muy dramática, muy desagradable porque lo que se avecina, lo que estamos experimentando cada vez empeora más, nos llevará a quedarnos sin patria. Esto es algo que jamás hubiera pensado. Creo que ninguna Argentina, al menos de estas últimas generaciones, de la mía, de las de ustedes, que son más jóvenes, jamás hubiéramos pensado en la disolución de la patria, en desvanecernos, en convertirnos en un puñado de arena. Lo que están intentando hacer con Argentina, vamos a ver si lo logran. Espero que no.
Muchos estamos luchando para que esto no suceda, estamos llamando a la conciencia, estamos promoviendo formas de resistencia que están surgiendo, afortunadamente hay mucha resistencia popular. Esto es lo que de alguna manera alimenta una moderada esperanza, pero quedaremos muy maltrechos. No queda duda de que quedaremos maltrechos.
Argentina está en un estado casi desastroso, no hay campo, no hay aspecto en el cual haya una esperanza concebible. No solo el Río Paraná, que ya ha sido entregado, sino también el Canal Magdalena y el Litio, la Costa Atlántica, las Malvinas y cualquier otro lugar que uno toque, donde nos pongamos, hay un factor de desdicha, un factor de disolución, un factor de robo. Nos están robando todo y mucha gente no lo ve o no quiere verlo. No dejo de estar decepcionado con buena parte del pueblo argentino, creo que hay una gran parte que se está alejando de su amor por la patria. Entiendo que ha habido muchas decepciones con el peronismo y los últimos años han sido insatisfactorios, pero abandonar la patria me parece gravísimo. Yo creo en los patriotas, creo que somos muchos trabajando en este sentido. Formo parte de un colectivo que considero que estamos haciendo un servicio a la patria, es el Manifiesto Argentina. Hace 25 años que venimos trabajando y aunque seamos pocos, estamos presentes en todas las provincias.
Creo además que desde las provincias tenemos una visión mucho más clara del país, más concreta, más posible y optimista que la que se tiene desde Buenos Aires. Realmente Buenos Aires vive en su propia dimensión, en su propio planeta. Gran parte de los porteños no tienen la menor idea de lo que sucede. Hay una cosa muy egoísta, en fin.
Como puedes darte cuenta, mi discurso no es optimista, ni feliz, ni contento. Pero debo reconocer la realidad. Soy periodista, escritor y tengo muchos años de experiencia. Para mí, el amor a la patria juega un papel fundamental, y aunque no me guste, es algo que me toca y me afecta. Así que, en fin, si quieres seguir, estoy aquí.

FF- Vos sabés que ayer, mientras pensaba en esta entrevista, me acordaba de cuando era muy chico, allá por el año 99. Yo solía leer tus artículos, los de Pablo Feimann y los de Tato Pavlowski, especialmente cuando salían esas contratapas. Recuerdo uno en particular de Pavlowski, que era una especie de reivindicación de la bronca, de la indignación. No recuerdo el título exacto, pero siempre quedó grabado en mi memoria. En aquel entonces, era apenas un pibe en la escuela secundaria, y él decía: «Basta, tengamos bronca, enojémonos». Parecía que siempre se promovía una especie de psicología positiva, donde no se aceptaba el odio, la bronca o la tristeza, incluso cuando eran afectos necesarios en ciertos momentos. Y me parece interesante lo que planteas, no está fuera de lugar. Quiero preguntarte sobre eso, pero no quiero dejarlo pasar. Vos decís que hay muchas cosas que están disolviendo la propia patria, y me hace pensar si todavía existe ese sujeto racional que se presupone en nuestras democracias, aquel sujeto que elige libremente. ¿O estamos en una etapa en la que se determina lo que se piensa?

MG- Bueno, en gran medida estamos hablando de apreciaciones personales y de diferentes perspectivas sobre la realidad. Mi perspectiva hoy es dura, pero al mismo tiempo siempre esperanzada. Creo que la esperanza en el pueblo argentino es casi una necesidad, al menos para 1810. Eso no se pierde, no se va a perder. Sin embargo, el presente es muy duro, amargo y desalentador. Piensa en eso, piensa en que esos chicos ya no van a la escuela porque se las están cerrando. Piensa en que no tendrán acceso a vacunas ni a empleo. Obviamente, sus padres estarán desesperados, enojados, furiosos, luchando por sobrevivir de cualquier forma posible. Lo que nos espera como país es un horror.
Frente a esto, tal vez yo pueda sobrevivir, y seguramente ustedes también, porque no pertenecemos al sector desamparado. Somos desamparados de nuestra propia patria. Sin embargo, mi mirada es lo suficientemente política y humanística como para decir que no puedo soportar esto. Aunque pueda tomar sopa y mis hijos también, sé que hay millones de chicos y chicas que no tienen esa sopa, que no tienen un trago de leche, que no tienen nada de esto. Y esos hijos de puta que están en el gobierno, que han sido votados por varios millones de argentinos, me enojan. ¿Qué creen que soy? ¿Que voy a decir que estoy contento? No, no estoy contento.
No estoy enojado porque perdimos un partido de fútbol, no perdí ninguna elección. Voté como cualquier otro ciudadano, voté lo que me parecía. Obviamente, no voté por estos tipos, y lo hice con esperanza, con la esperanza de que la democracia, como decía Alfonso hace muchos años, nos permitiera comer, educarnos, vivir. Pero estos tipos nos están dejando sin nada, absolutamente sin nada. Y lo peor, diría yo, es que gran parte de las dirigencias argentinas no lo ven.
Yo estoy muy decepcionado. Soy peronista desde hace 50 años, muchachos. Bueno, ahora tengo que ver si el peronismo está dispuesto a llegar a un acuerdo de gobernabilidad con estos hijos de su mala madre. Entonces, ¿qué tengo que hacer? ¿Qué tengo que decir? Bueno, muchachos, cantemos la marchita, ¡viva Perón! Si Perón los hubiera escupido en el ojo a estos tipos. Esa es parte de la realidad dura que enfrentamos, y estoy muy enojado con esto.
Porque de alguna manera, es mi identidad política y mi identidad crítica la que también está comprometida. No puedo quedarme contemplativo y en silencio, y creo que esto nos pasa a muchos. Hablo con muchos compañeros, compañeras, gente de mi generación, muchos más jóvenes e incluso mayores, y me doy cuenta de que esta sensación, esta desazón, está bastante generalizada y es dura.
Porque frente a eso, lo que hay es un avance perverso que se está produciendo día a día. Nos están destruyendo la Argentina minuto a minuto, día a día. Lo que han hecho estos tipos no lo hizo ni siquiera la dictadura militar en ocho años. Estos tipos han destruido mucho más que eso en tres meses. Me parece que es legítimo. E insisto, hay que hacer una apología de la bronca, porque a veces las formas de comunicación son demasiado laxas o livianas. La psicología positiva se ha impregnado y también está la personalización de los fracasos, como si mucha gente que nos está escuchando dirá: «Bueno, me va mal porque yo estoy mal, porque no me cierran las cosas».

FF- Y tu último artículo, que tiene un título que sería, de alguna manera, una respuesta a lo que estás diciendo y a esta gente, «No estás deprimido, gobierna Milei». Me acuerdo de un meme, un chiste o una viñeta que decía: «El psicólogo con la persona que decía: ‘Usted no necesita un psicólogo, necesita un sindicato'». Hay algo de esto, ¿cómo salimos? Pero evidentemente, el bajón es natural y es parte de este proceso, ¿no?. Hablemos sobre la hidrovía Paraná. Más allá de que en el mar de malas noticias, a la gente tal vez no le preocupe tanto, me parece que tiene un gran simbolismo.

MG- Sí, la cuestión del río Paraná es una consecuencia de todo esto también. Es difícil para mí pensar en el río Paraná como algo que ya no es nuestro. Nací y vivo a orillas del Paraná, es decir, no es que me lo contaron, todavía lo vivo. Mi casa está a 3 km del río Paraná, y eso me afecta todos los días.
Me resulta difícil recuperarme. Conozco a mucha gente que está en la misma situación, y todo lo que estamos haciendo es un esfuerzo para mantenernos serenos, sobre todo serenos, porque la respuesta a esto no puede ser la violencia. Nosotros no somos violentos. No representamos el campo de la moralidad que la Argentina ha tenido y necesita recuperar. Estos tipos son inmorales, son ladrones, son mafiosos, son chorros, son absolutamente malos. Además, son apátridas. Mira lo que dice la cancillería… No lo dicen con estas palabras, pero sus acciones lo demuestran.
Estamos perdiendo el control de la Antártida Argentina, y la Patagonia la están dividiendo y prácticamente fragmentando. No nos sentamos a esperar los días, porque los diarios, los diarios del sistema, los que yo llamo los «mentimedios» argentinos, que son basura, el periodismo latinoamericano al menos no lo dice, lo oculta, pero esto es lo que está sucediendo. Están vendiendo la Patagonia en pedazos y no a argentinos.
El individuo que actualmente está gobernando en Argentina, en términos concretos, es el dueño de este fondo de inversión que llaman BlackRock, y está lleno de argentinos y argentinas que están involucrados con BlackRock. Es muy grave cuando uno ve todo esto.
Yo soy una persona serena, tranquila, trato de ser racional, soy bastante racional. No tengo malos sentimientos, no sé odiar, afortunadamente nunca me enseñaron a odiar, sé amar. Entonces, desde ese punto de vista, mis valores, mi balanza, aún siendo idealista y romántico, no dejan de dolerme profundamente lo que está sucediendo en mi amada Argentina.
Y bueno, imagínate, no podría explicártelo en cinco horas de hablar, no te voy a explicar el dolor que siento por mi patria hoy. Y esa es tu patria también, hermano, es la patria de tu familia, de tus hijos, y está siendo destruida aceleradamente.
Estos tipos, en tres meses, han causado más daño que Carlos Menem en 11 años de presidencia, y eso que Menem fue un presidente corrupto que vendió al país. Estos tipos en tres meses han hecho lo mismo, han causado más daño que Macri en cuatro años de gobierno. Es tremendo, ¿cuándo hemos vivido algo así?
En fin, es muy difícil recuperarse. No sé qué más decir. Pienso en esto por último, y tal vez podemos cerrar con esto. Pero para mí, es valioso descubrir lo perverso, lo cínico y lo doloroso de todo esto. Me parece que tiene un valor intrínseco.
El mensaje, sobre todo, también es importante, viniendo del lugar donde lo estoy diciendo, en tu provincia, y transmitiéndolo como un mensaje generacional. Porque tal vez la generación que viene ahora, que está llegando, no ha tenido la experiencia y necesita saberlo.

Escuchá la entrevista completa aquí:

Botón volver arriba